Si os tuviera delante, os
pediría que levantarais la mano los que no habéis oído jamás hablar de El Señor de los Anillos. Dudo bastante
que nadie la levantara, dado el tremendo éxito mundial que alcanzó esta obra de
John Ronald Reuel Tolkien, sobre todo a raíz de la saga cinematográfica con la
que nos deleitó Peter Jackson hace unos años. Lo cierto es que, ya en las
pelis, queda patente la extensión y dificultad que entraña esta historia, cosa que
seguro han podido apreciar todos aquellos que no hayan tenido la osadía de leer
la obra del brillante británico J. R. R. Tolkien, quien se valió de una profunda
exploración personal sobre temas como la filosofía, religión, piedad, resurrección,
muerte e inmortalidad, … para crear este maravilloso mundo en el que hay una
clara influencia de los cuentos de hadas y de la mitología nórdica, plasmando algunos de los paisajes de su infancia para crear una especie de
parodia de la Inglaterra rural de la época.
Debido a su extensión, la
obra fue dividida en tres partes por cuestiones editoriales, más un Libro de Apéndices, que recoge una serie
de historias cortas sobre el legendarium
(libro o colección de leyendas) de Tolkien, quien siempre luchó por conseguir
que el mundo de la Tierra Media ideado en El
Señor de los Anillos, fuese considerado como un mundo mitológico que podría
estar localizado en la Europa de miles de años antes de la Era Moderna. La Comunidad del Anillo, Las dos Torres y El Retorno del Rey forman esta obra
maestra de la literatura universal, aunque no es una trilogía, término que
molestaba en extremo al autor, puesto que la obra fue concebida como un todo y
no en partes.
Si bien El Señor de los Anillos es la
continuación de El Hobbit, argumentalmente
lo es de El Silmarillion, recopilación
de obras de Tolkien, editado y publicado por su hijo póstumamente en 1977, en
el que encontramos el origen y nacimiento de las razas más importantes de la
Tierra Media (valar, maiar, elfos, hombres y enanos), así como los
acontecimientos de los Días Antiguos y la trama del legendarium creado por el autor.
El Señor de los Anillos es una novela de fantasía épica desarrollada en la
Tercera Edad del Sol en la Tierra Media, poblada de hombres y otras razas como hobbits, elfos o enanos, en una singular
mezcla entre personajes reales y ficticios. Planteada en un principio por Tolkien
como la continuación de El Hobbit,
acabó convirtiéndose en una obra de mucho más alcance y complejidad que esta,
de tal modo que fue escrita por etapas entre los años 1937 a 1949. Se publicó
en tres volúmenes por primera vez en Reino Unido durante 1954 y 1955 y ha sido
traducida a varios idiomas, convirtiéndose en una de las obras más populares
del siglo XX.
Como sabéis, la primera
parte de la obra se tituló La Comunidad del
Anillo, aunque hasta llegar a este título pasó por Crece la Sombra y El retorno
de la Sombra. Gracias a que el título definitivo se ajustaba mejor al
argumento de esta primera parte, Tolkien se decidió por él. Menos mal, porque
personalmente, ¡tanta sombra no me
gusta nada!
La novela empieza con la
celebración del 111° aniversario de Bilbo Bolsón, tío de Frodo Bolsón,
personaje vital en esta historia, con la asistencia de su gran amigo Gandalf.
Es durante esta fiesta donde hace su aparición el Anillo de Poder, causante de
los desastres que amenazan a la Tierra Media y que empujarán a Frodo, Samsagaz
Gamyi, Merry y Pippin, cuatro valientes hobbits,
a iniciar este aventura para salvar su
mundo, plagada de sorpresas, muerte y dolor. Aun así, estos valientes y
sorprendentes hobbits, como los
describe el mago Gandalf, forman en Rivendel, ciudad-refugio de los elfos
gobernados por Elron, junto con otros interesantes personajes, La Comunidad del Anillo.
Precediendo a esta
primera parte, Tolkien compuso un prólogo que tardó en terminar cerca de diez
años debido a la importancia que le concedió. En él nos habla de los hobbits, principales
protagonistas de la obra según el autor, y lo divide en cuatro capítulos, tales
como “De los hobbits”, “De la hierba para pipa”, “De la ordenación de la
Comarca” y “Del descubrimiento del Anillo”.
Las dos torres,
segunda parte de la obra, se llamó en un principio El anillo en la Sombra para pasar después a ser La Sombra se alarga; afortunadamente,
días después de esta ocurrencia, Tolkien lo cambió por el definitivo y más
acertado de Las Dos Torres,
dejándonos la libertad de escoger a qué torres de todas las que salen
en la obra se refería. Yo personalmente siempre he pensado que se refería a las
dos torres más poderosas de ambos bandos, Bara-dhûr y Minas Tirith, pero…
Es en esta segunda parte
donde encontramos uno de los capítulos más espectaculares en cuanto a riqueza
descriptiva de la obra. Personalmente, me quedo con la batalla del Abismo de
Helm, espectacular en todo lo que se refiere a los detalles narrados por el
autor, así como a los colores, formas, y todo lo que allí aconteció el día que
el ejército de la Mano Blanca fue derrotado. Parte también curiosa cuando
menos, es la descripción de los Ents y cómo consiguen estos mágicos pastores de
los bosques, derrotar y dejar encerrado en su torre de Isengard a Saruman (el
mago blanco), que ve desde lo alto de esta cómo estos mágicos árboles destruyen sus
fraguas, construidas para crear todo lo necesario para la destrucción de la
Tierra Media y lograr el triunfo del gobierno de Sauron.
Algo parecido en cuanto
al título sucedió con la tercera parte: El
Retorno del Rey era, en un principio y por decisión del autor, La Guerra del Anillo, título más del
gusto de Tolkien, ya que no revelaba en exceso el final de la historia; pero
finalmente ganaron los editores, que consideraban el título definitivo más
comercial.
¿Qué contaros de esta
última y magistral parte de la novela? Pues la verdad es que no sabría por dónde empezar. Posiblemente si no tuviera más remedio que elegir un episodio, sería la Batalla de los Campos de Pelennor o el brillante momento en
el que Frodo y Sam llegan por fin, exhaustos y medio muertos, a los pies del
Monte del Destino, donde les espera la última lucha contra el Anillo mágico
antes de su destrucción.
Como os conté al principio, para finalizar la obra, y
no contento con los tres volúmenes que la componen, Tolkien escribió un Libro
de Apéndices compuesto de diferentes
historias cortas sobre El Señor de los
Anillos que dividió en seis partes. En este Apéndice encontramos interesantes datos sobre la cronología de la
obra, las diferentes genealogías que en ella aparecen o sobre las lenguas ficticias del libro.
Como conclusión, tengo
que deciros que yo me leí la obra completa hace ya casi doce años y aún sigo
alucinada con ella. Las descripciones son sumamente intensas y extensas; los
personajes parecen tan reales como si los tuvieras sentados a tu lado; los
escenarios, idílicos y maravillosamente ideados, te llevan a encontrarte en un mundo
completo lleno de aventuras en el que los protagonistas luchan, cada día, por
el triunfo del bien y de la paz.
Un consejo para los futuros lectores de esta obra: paciencia.
Un consejo para los futuros lectores de esta obra: paciencia.
Os dejo uno de los pasajes
más conocidos de El Señor de los Anillos,
y os deseo una muy feliz lectura si os decidís, algún día, a vivir las
aventuras de Frodo y compañía:
«Tres Anillos para los Reyes Elfos bajo el cielo.
Siete para los Señores Enanos en palacios de piedra.
Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir.
Uno para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro
en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.
Un Anillo para gobernarlos a todos.
Siete para los Señores Enanos en palacios de piedra.
Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir.
Uno para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro
en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.
Un Anillo para gobernarlos a todos.
Un Anillo para encontrarlos,
un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas
en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras».
un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas
en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras».
Bss.
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