26/07/15

El Libro de los Lunes.12: Tenemos que hablar de Kevin"; (Lionel Shriver).


Lionel Shriver (nacida Margaret Ann Shriver, 18 de mayo de 1957) es periodista y escritora. Nació en Gastonia,Carolina del Norte (Estados Unidos), en el seno de una familia profundamente religiosa, siendo su padre un predicador presbiteriano. Cambió su nombre a la edad de 15 años de Margaret Ann a Lionel porque le gustaba cómo sonaba. Se graduó por la Universidad de Columbia en Bellas Artes. Ha vivido en Nairobi, Bangkok y Belfast, y en la actualidad reside en Londres. Está casada con el batería de jazz Jeff Williams.


Tenemos que hablar de Kevin, escrita en 2003, está centrada en Kevin Katchadourian, un adolescente responsable de varios asesinatos en su escuela, narrada en forma de novela epistolar desde la perspectiva de su madre, Eva. Ganadora del Premio Orange a la ficción en el año 2005, fue adaptada al cine en 2011. La narración toma la forma de cartas que Eva dirige a su marido, Franklin, tras la masacre. En ellas detalla su relación matrimonial desde antes de quedar embarazada de Kevin, su hijo mayor, así como su vida cotidiana tras el hecho, que incluye visitas a Kevin en la cárcel. Asimismo, Eva detalla varios eventos que había mantenido en secreto a su marido, así como la conflictiva relación con Kevin y repasa los hechos que llevaron al fatídico día de la masacre.


El comportamiento de Kevin a lo largo del libro se asemeja a un comportamiento sociopático, aunque las referencias se dejan libres a la imaginación de los lectores. Kevin apenas muestra afecto o responsabilidad moral hacia su familia o la comunidad; de hecho, parece despreciar e incluso odiar a todos, especialmente a su madre, con quien ha antagonizado desde un principio. Desde pequeño comete múltiples actos de sabotaje, desde acciones aparentemente inocentes, como rociar el estudio de su madre con una pistola de pintura, hasta alentar a una niña a arañar su piel afectada por un eccema. La única actividad que parece llevar adelante placenteramente es la arquería, tras haber disfrutado del libro Robin Hood de pequeño.



Celia, la hermana menor de Kevin, es concebida por la necesidad de Eva de crear ulazo con un miembro de su familia. A los seis años, Celia sufre un "accidente" en que un líquido corrosivo de limpieza le ocasiona la pérdida de un ojo. Dos explicaciones son posibles: o bien Eva había dejado negligentemente la botella al alcance de Celia, o de alguna manera Kevin la atacó. Aunque nunca se prueba, Eva culpa a Kevin del accidente.

La novela concluye con el segundo aniversario de la masacre, tres días antes que Kevin sea trasladado a una prisión común al cumplir la mayoría de edad. Asustado, Kevin hace las paces con Eva, quien le pregunta por primera vez por qué cometió los asesinatos; "ya no lo sé" es la respuesta de Kevin. 

Escalofriante historia. Os aseguro que he sido incapaz de leerla una segunda vez, y cada vez que la veo en la estantería, tiemblo.

Ya me contaréis, si es que os atrevéis a abrir esta novela.

Bss.


























22/07/15

Pueblos.1: Águilas, un paraíso lleno de luz y alegría.

Cuando se me ocurrió esto de escribir una vez por semana sobre algún bonito rincón de esta España nuestra pensé que, la mejor manera de inaugurarlo, sería presentando a  mi pueblo, Águilas, a los lectores que no lo conocen. Lo que no sabía era que me iba a costar tanto trabajo encontrar un enfoque que me gustara en el que os hiciera llegar, tanto los datos históricos sobre su origen, como su belleza, sus monumentos, sus museos, su Carnaval y, sobre todo, el carácter de sus habitantes. He archivado al menos cinco borradores, borrado otros tantos, pensado, escrito y vuelto a borrar mil veces. No encuentro la manera de haceros llegar todo lo que siento al pensar en este bello pueblo de la Costa Cálida murciana que me vio nacer.
Pensé al principio hacer un escrito serio, bien documentado e histórico sobre su origen, los restos hallados que nos remontan hasta el Neolítico; de cómo fuimos Urci para los romanos y de los restos de esa época que aún se conservan;  hablaros de Carlos I, Felipe II, Carlos III y de cómo, cada uno de ellos, influyó en lo que hoy es Águilas, de personajes ilustres que tanto hicieron por Águilas como el Conde de Aranda, el de Floridablanca o don Alfonso Escámez; ilustraros con datos sobre las actividades portuarias que hicieron de Águilas un importante puerto de mar, fundamental para la actividad económica de la vecina ciudad de Lorca y de cómo, en el siglo XIX, logramos independizarnos de ella obteniendo nuestro propio Ayuntamiento y funcionando desde entonces como una ciudad autónoma hasta nuestros días.
Lo borré.
Águilas, la luz de España
(Foto: https://www.abc.es)
Después inicié un borrador en el que primaban los monumentos, las señas de identidad de Águilas: el Castillo de San Juan de las Águilas con su Torre del Águila, restaurado y musealizado recientemente para delirio de todos,  donde podemos disfrutar de maravillosas vistas de nuestras dos bahías, extraordinarias visitas teatralizadas en las que los actores nos narran las leyendas que envuelven este monumento que conoció su máximo esplendor en el siglo XVIII; la Isla del Fraile, Cabo Cope y el Pico de la Aguilica; el imponente Auditorio y Palacio de Congresos Infanta doña Elena que se alza al fondo de la Bahía de Levante, lugar donde se desarrolla el arte que hay en mi pueblo, donde se dejan ver Don Carnal y Doña Cuaresma, donde la Musa del Carnaval se deja querer y la Mussona, traviesa, se deja atrapar cada año al son de la Murga cuando llegan los Carnavales, recientemente nombrados de Interés Turístico Internacional. Mostraros el otro lado, el paseo de Poniente, La Colonia, Las Cuatro Calas, mi Carolina, desde donde podemos apreciar, sentados en la blanca arena, al atardecer de un bonito día de verano, la belleza de Águilas. Desde allí, justo desde ese punto, vemos Águilas al completo, desde la Cama de los Novios, hasta Cabo Cope. Todo un placer.
Este también lo borré. Y así con unos cuantos hasta llegar al de hoy.
Y hoy he decidido hablaros sólo de los aguileños, famosos por ser gente acogedora, generosa; famosos por dar al huésped hasta lo que no tenemos para hacerlo sentir bien; famosos por ser trabajadores, cálidos, buena gente.
¿Queréis conocernos?  Os indico la dirección: viajad siempre en dirección sur, hacia donde el sol brille más, hacia donde el aire huela a libertad, hacia donde el azul del mar se convierta en oro al reflejar los astros, hacia donde os lleve el susurrante sonido de las olas al romper suavemente en la orilla de sus playas. Viajad siempre hacia Águilas, un paraíso lleno de luz y alegría.
Bss.

19/07/15

El libro de los lunes.11: "Invitación a un asesinato" (Carmen Posadas).

Hay novelas que sirven para hacerte soñar, volar, viajar, llorar, reír,... Desgraciadamente para los amantes de la lectura, nunca todo lo que leemos nos parece bueno, ni memorable, ni digno de mención. Pero hay que leer de todo.

La novela que hoy nos ocupa, Invitación a un asesinato, es de esas novelas que uno puede leer para pasar un rato de una tarde de verano, entretenerse con una buena narración y no preocuparse de nada más. No es que la novela sea mala, nada más lejos de la realidad, sino que es de las que te "invitan" a no pensar y dejarte llevar desde la primera página hasta la última sin complicarte la existencia.

La autora, Carmen Posadas, nació en Montevideo en 1953; hija de diplomático, pasó largas temporadas en Moscú, Buenos Aires y Londres hasta que se instaló en Madrid en 1965. Comenzó escribiendo para niños ganando, en 1984, el Premio Ministerio de Cultura. Es autora, además, de ensayos, guiones de cine y televisión, relatos y varias novelas entre las que destaca Pequeñas Infamias, galardonada con el Premio Planeta en 1998. Sus libros han sido traducidos a veintiún idiomas y se publican en más de cuarenta países. La acogida internacional, tanto de lectores como prensa especializada, ha sido inmejorable, según la crítica especializada. Pequeñas Infamias recibió excelentes críticas tanto en The New York Times, como en The Washington Post. En el año 2002 la revista Newsweek calificaba a Carmen Posadas como “una de las autoras latinoamericanas más destacadas de su generación”. Actualmente es consejera de la Universidad Europea de Madrid, donde se ha creado la Cátedra que lleva su nombre.

Como veis, estamos ante toda una figura de las letras, reconocida mundialmente y con una trayectoria envidiable para muchos escritores.

La novela que nos ocupa, tal y como podéis suponer por la introducción del post, no es una de las mejores obras de la autora. Reconozco que solamente me he leído ésta de Carmen Posadas, así que tampoco puedo opinar más allá de las 368 páginas que componen esta obra.

"Una obra repleta de humor exquisito, ingenio, y una trama que juega con el lector y lanza constantes guiños a los amantes de Agatha Christie". Como suponéis, nada más leer esta descripción, compré el libro inmediatamente. "Algo que huele a Christie merece la pena fijo", me dije. Bueno,... No está mal, pero no es Agatha, ni mucho menos.



Os cuento.

Recién divorciada de su quinto marido, Flavio, y completamente arruinada, la perfecta y glamurosa vida de Olivia Uriarte se está yendo a pique. Con la intención de evitar el inminente declive, Olivia traza un plan minucioso para provocar su muerte… o mejor dicho, su asesinato. El escenario elegido es un lujoso velero en mitad del océano con ocho invitados muy especiales (la novela empieza con la presentación de todos ellos, capítulo a capítulo): aquellos que, por oscuras razones del pasado, estarían dispuestos a asestarle el último golpe sin dudarlo, exponiéndonos claramente el motivo que tendría cada uno de ellos para asesinarla. Olivia ha dejado todo dispuesto para su gran final, incluidas aquellas pistas que deberá seguir su hermana Ágata (guiño descarado de la autora) para resolver correctamente el rompecabezas. Una tarea liberadora que la empujará a empezar de nuevo sin el peso de la sombra de su hermana. (Fuente: La casa del libro)

Una lectura ligera y divertida, rodeada del glamour y el lujo de la alta sociedad, sin complicaciones, para pasar un rato agradable de lectura.

Ya me contaréis qué os parece.

Bss.

09/07/15

El abuelo y la nieta.

Sin hacer ruido, entré.

Me senté junto a su cama en la bonita mecedora azul que le habíamos regalado en su último cumpleaños y que ella siempre llamaba "la sillita del abuelo". Allí, mirándola mientras dormía, no pude evitar que las lágrimas resbalaran por mis mejillas.

"Tranquila", me dije, "deja de llorar, la vas a despertar".

Me limpié los ojos con el dorso de mi mano y me dejé caer sobre el respaldo de la "sillita del abuelo", mientras hacía un enorme esfuerzo por relajarme. Fue fácil. En ese cuarto se respiraba tranquilidad, felicidad; se notaba, nada más entrar, que todo lo que allí había era puro, hermoso, sereno. Sólo se oía la respiración de la pequeña que, ajena a lo que sucedía a su alrededor, dormía plácidamente, mientras soñaba con angelitos. Con su angelito. El que iba a velar por ella todos los días del resto de su vida a partir de hoy.

Allí, sentada, recordé el día que ella llegó a nuestras vidas. Como todos los abuelos, imagino, pensamos que nuestros nietos son "lo más todo del mundo", pero es que ella lo era. Preciosa, redondita, suave. Llegó anunciando su nacimiento con un llanto ensordecedor que vaticinaba su vitalidad; tenía un precioso lunar marrón en el centro de su pequeña frente; y, cuando nos sonrió, en sus mejillas asomaron dos preciosos hoyuelos que harían de su sonrisa la más bella del mundo.

Su abuelo la tomó en brazos horas después de haber nacido y, desde ese momento, su amor fue incondicional. La amaba con esa pasión que sólo un abuelo puede sentir por su primera nieta y ella le correspondía, sin ninguna duda. Jamás hubo en el mundo dos seres que al mirarse demostraran más amor.

Él se sentaba en el porche de casa con ella en brazos cada día y le contaba toda clase de historias, de cuentos,...; le contaba anécdotas de su padre, nuestro hijo; se inventaba mundos en los que ella era la reina y él su amigo más íntimo. La besaba, la acariciaba, la mecía y, claro, la malcriaba.

Los padres de la pequeña bebita tomaban esta relación con mucho respeto.

"Nos encanta que se quieran tanto, están tan felices cuando están juntos...".

Y sí, así era, se les veía muy felices. Desde siempre, por siempre, para siempre.

Ella fue creciendo. Comenzó a andar, a hablar, a coger unas cosas y a pedir otras. Y su abuelo siempre a su lado. "Ito", le decía abreviando mucho, mucho el cariñoso término de "abuelito" que él se había empeñado en que ella le llamara, "¡ven!". Y él iba. Allá donde ella lo llevara o donde ella quisiera ir. Y los veíamos a través del ventanal de la enorme casa que compartíamos con sus padres, mientras ambos se alejaban de la mano, charlando sin parar, hacia el lugar que ella había elegido ese día para construir su reino por un rato.

Y así habían transcurrido los últimos cuatro años. Ella pedía, el abuelo le daba, los demás intentábamos sacarla un poquito cada día del mundo de fantasía que él había levantado alrededor de la nieta y, todos juntos, éramos muy felices por tener una familia con la que compartir tanta dicha.

Hasta hoy.

Él se durmió, sonriendo. Como cada día, sus últimos recuerdos fueron para las horas que esa tarde habían pasado juntos los dos, abuelo y nieta; lo que ella había preguntado, lo que él le había explicado, el cuento que le contó mientras tomaban el sol en el jardín y cómo ella le había cogido la mano, acariciándole las arrugas que la llenaban.

"Esta niña va a ser muy lista, ya verás, y es tan guapa que vamos a tener que echar a los pretendientes de casa de todos los que va a tener, jojojo", rió. "Ya verás".

Y, mientras sonreía pensando en todo lo que la nieta le había hecho y dicho ese día, se durmió.

Para siempre.

Ella preguntará mañana, claro. Su mejor amigo ya no va a construir ningún mundo de fantasía para ella, ya no la cogerá de la mano para ir a tomar el sol, no habrá un abuelo que le aplauda cada nueva palabra que aprenda, ni cada nuevo reto conseguido. No estará el día de su comunión, ni la verá graduarse. No la acompañará el día de su boda ni podrá darle un beso en el hermoso lunar de su frente cuando sea madre por primera vez.

Ella preguntará mañana, claro.

Y yo le diré que su "ito" ha ido al reino de los cielos a cuidar desde allí a la reina más bella. Le diré que, mientras dormía, le crecieron unas hermosas alas de ángel y que, volando, se fue al cielo para, desde allí, velar por nosotros.

Por siempre, para siempre.

Bss.

06/07/15

El Libro de los Lunes.9: "La Templanza" (María Dueñas).


Como ya sabéis estoy de vacaciones y, como también sabéis, jamás salgo de casa sin llevar un libro bajo el brazo. Este año el libro elegido para compartir esta semana de descanso mientras me tuesto bajo el solete del Mediterráneo ha sido lo nuevo de María Dueñas, La Templanza.

Esta sección no nació para hablar sobre novedades o modas literarias, sino que la creé con el único fin de presentaros y recordaros novelas, cuentos, colecciones, etc, que atesoro en las estanterías de casa y releo cada vez que puedo. Pero hoy, dado que estoy en lo que llamo "un parón creativo", vamos a dedicar el post a María Dueñas y su nueva creación.

Debo confesaros que en 2009, cuando ya todo el mundo hablaba de su magnífica El Tiempo entre Costuras, yo no sabía ni quién era, ni me interesaba para nada. Como lectora "profesional" que soy, nunca me ha gustado sucumbir ante las modas literarias que llevan a que, gente que no suele leer, te recomiende una lectura por el mero hecho de estar de moda. No me fío y no me gusta. Tardé en comprarme este primer libro un par de años, quizá más, cuando ya todos lo habían leído. Entonces me senté y lo leí de cabo a rabo, lo devoré. Me cautivó.

La segunda novela que publicó en 2012, Misión Olvido, no la he leído; imagino que será un error, pero no me llamaba nada la atención, y soy consciente de que la trama es de las mías, pero no sé, será culpa de la atención mediática que acaparó la autora, que me hizo pensar que no merecía la pena. Lo tengo pendiente y lo leeré en su momento, seguro.

Ahora, y antes de que nadie me hable de él, me atrevo con La Templanza. Llevo nada más que 50 páginas leídas, y la verdad es que me está costando conectar con la historia. Leo en la reseña del libro que habla de glorias y derrotas, intrigas de familia, viñas, bodegas, minas de plata, el coraje del protagonista ante la adversidad y un destino alterado por la pasión. Ingredientes, todos ellos, geniales, que me hicieron elegirla. Como os digo, acabo de empezar con ella y, como ávida lectora que soy, no dejo un libro empezado sin terminar, así que os contaré cómo ha terminado mi relación con el cuando llegue a la página 540 dentro de unos días.

Eso sí, María Dueñas se merece una oportunidad. Si no habéis leído nada de ella, podéis empezar por la primera para ir abriendo boca, El Tiempo entre Costuras es una de las novelas más completas que he leído, tiene casi de todo y con una narración muy fluida que consigue que el lector no se duerma. Espero terminar La Templanza con la misma sensación.

Bss.



04/07/15

27.06.2015. Noche de reencuentros.

Me preparo esta noche para acudir a la cita del año que más emoción me provoca hasta la fecha. Acabo de llegar de un largo viaje para iniciar mis ansiadas vacaciones en mi pueblo. Pero, lo que también me depara el fin de este viaje es el reencuentro con mucha gente a la que hace años que no veo.

Me doy un baño para quitarme el polvo del camino, mil largos kilómetros que han dejado en mí un cansancio que se evapora al pensar lo que me espera en unas horas. Me miro en el espejo pensando qué voy a ponerme, si será mejor zapato alto o bajo, vestido o falda y camisa, collar o no... Me miro en el espejo y, de repente, no veo a una mujer de treinta y nueve años, sino a una colegiala de catorce. Y mi cuerpo se estremece. Han pasado 25 años.

Sé que esta noche va estar plagada de emociones, abrazos, besos, saludos que saldrán del corazón, preguntas que contestar, gestos a los que responder; alguna lágrima se escapará al pensar en las que, desgraciadamente, ya no están. Y habrá, sobre todo, risas entremezcladas con la ternura del reencuentro con las antiguas maestras, que nos hicieron soñar, volar, amar, querernos como nos queremos. Ellas son las que nos hicieron guardar el recuerdo de tantas horas de estudio, tantas horas de travesuras escondidas tras los pupitres, tantas horas de... Tantas horas de todo.

Hace 25 años que colgamos el uniforme en una percha y salimos al mundo real, un mundo desconocido para nosotras, un mundo ansiado, pero temido. Hace 25 años soñamos con el futuro, que es el hoy que hemos ido construyendo y que nos hemos reunido a celebrar. Sacamos las reliquias que manteníamos aún guardadas en ese pupitre de la tercera fila de la clase de octavo del Colegio María Inmaculada y, junto con los posters de los ídolos del momento, salen recuerdos, historias varias sobre lo buenas alumnas que fuimos, lo malas que éramos a veces, lo que nos gustaba, lo que mejor o peor hacíamos... Vamos recopilando todas las anécdotas que, por turnos, contamos mientras que la noche se llena, poco a poco, de chicas de uniforme que dejan de ser mujeres por un rato para convertirse en colegialas llenas de ilusión y deseos. Para algunas la vida ha ido bien, para otras tampoco ha ido mal, todas coincidimos en lo mismo: estamos vivas, sentimos, deseamos, anhelamos, recordamos, amamos... La noche se llena de imágenes de un pasado entrañable mil veces recordado que nunca dejaremos de revivir acompañado de la música que meció nuestra niñez y sembró nuestra adolescencia.


Y en medio de todo eso, ellas, las profes, nuestras guías. Intachables en su vida, insuperables en su labor, magníficas formadoras de una generación que marcó un antes y un después en la vida de las que lo vivimos. Ellas, las artífices de lo que hoy somos, creadoras, en realidad, de esta noche. Nos formaron con esmero, con mucho tacto, como si fuésemos pequeñas piezas de porcelana que pudieran romperse al menor contratiempo. Ellas, soñadoras extraordinarias que forjaron un futuro para nosotras paso a paso, letra a letra. Ellas, sin las que hoy no seríamos lo que somos; 25 años después, Ellas siguen siendo nuestras señoritas, y nosotras, la generación del 76, seguimos siendo niñas en uniforme y baby, que, sentadas alrededor de un inmenso pupitre común, reímos a carcajadas mientras celebramos una magnífica noche de reencuentros.

Bss.

Una luna, una playa, ...

Una luna, una playa, ...

Si cerraba los ojos, aún podía verlo, sentirlo, … Una luna, una playa, unos brazos que la abrazaban, una boca que la besaba, u...

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