21/04/15

La alegría de recordarte.

Siempre he pensado que el camino hacia la muerte empieza el día que nacemos, que cada vida viene determinada por su destino y que lo más importante de cada una de estas vidas es lo que hemos ido escribiendo a lo largo de ellas, desde el principio hasta el fin; lo más importante es el legado que dejamos, ese legado formado por actos, hechos, recuerdos, familia, amigos,...

Un gran hombre, querido por todos los que aquí estamos, dejó escrito a su muerte que "El recuerdo es la alegría que nunca se olvida". Y así es como vamos a recordar a mi tío Pablo, con alegría.

A lo largo de su vida sembró mucho legado en forma de amor, ternura, mucha familia, buenos amigos y, todo hay que decirlo, también sembró su parte de mala uva. En eso se parecía a su padre, grande y refunfuñón, pero con un corazón de oro.

Mi tío no era de esos tíos que te llevaban al parque o a la playa o jugaba contigo a las casitas. Sin embargo, era de esos tíos que siempre están, para todo. Podías llamarle en cualquier momento para pedirle lo que fuera que le faltaba tiempo para ayudarte, para aconsejarte, hubiera cruzado el país de punta a punta por cualquiera de nosotros de habérselo pedido sin dudarlo un segundo.

Hay tantos momentos vividos y compartidos con él a lo largo de mi vida que no sabría elegir cuál contaros... En casa de los Pérez Paredes se vivían días de verdadera locura cuando venía el tito Pablo de vacaciones. Todo era un ir y venir de un piso a otro, puertas abiertas, gritos, risas y escándalo puro. Era un mes, ¡pero qué mes!!

Echo la vista atrás y un millón de recuerdos se agolpan en mi mente: el día en el que me regaló un par de sus libros de Agatha Christie y desde entonces soy una incondicional. ¡Qué cara de gusto ponía cuando entreveía en mi cesta de la playa uno de esos libros! O el abrazo que me dio el día que mi tía y él me recogieron en Aviñón después de haber pasado un mes y medio lejos de casa y la risa que le dio cuando me monté en el coche y sólo era capaz de hablar en francés. Podría también contaros cómo lloraba a moco tendido el día que me casé, sentado junto a mi madre en el primer banco de la Iglesia con ese bigotillo que se dejó, ¡la de pucheros que hizo ese día! O el orgullo dibujado en su cara en la inauguración de la primera oficina que dirigí y los valiosos consejos que me dio. O el apoyo que tuve en él cuando me trasladé lejos de casa, algo para mí tan duro y que él, sin embargo, hacía que fuera más liviano al contarme su experiencia de toda una vida. También podría contaros cómo era con sus hijos, mis primos, o con su mujer, mi tía, pero creo que podré resumirlo en una palabra: Extraordinario.

Fue gracias a este traslado que pude estar más cerca de él estos dos últimos años y disfrutar un poco de los buenos momentos que también vivió a pesar de todo. La primera vez que fui a Santander fui sola, y casi me hizo un tour exprés para que conociera algo de lo que a él tanto le gustaba, incluido un paseo por Puerto Chico y un helado de Regma. Era increíble.

Después de aquélla primera visita le siguieron muchas, cada una de ellas acompañada de algo que él quería que conociéramos: La Mulata, el salpicón de marisco, el cocido lebaniego,... Y las extraordinarias cenas que mi tía nos hacía en casa cuando íbamos algún que otro sábado por la tarde a verlos y pasar un rato con ellos, visitas que iban acompañadas del consabido "Isica, tengo unos vinos preparados para que te lleves" que me soltaba nada más verme entrar en casa.

Estos últimos días, cada vez que cerraba los ojos, lo veía sentado en su sillón junto a la ventana del cuarto piso con el mar al fondo, con su whisky en una mano y el mando de la tele en la otra, con su eterna sonrisa cuando nos veía entrar. Así es como voy a recordarle el resto de mi vida. Así, y como el hombre fuerte, digno, honesto y generoso que fue.

Querido tito, allá donde estés, levántate, alza tu copa y brinda con nosotros por el año que viene.



Te quiero. 

Bss.

2 comentarios:

  1. Precioso homenaje a mi padre, Isa. Un millón de gracias!!!! ❤️💜💖

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  2. No habrá nada que yo pueda escribir que le vaya a llegar jamás a la suela de los zapatos. Pero, es lo que sé hacer mejor. Bss primica

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